Las Logias o Talleres
El término español «logia» proviene del italiano «loggia» o galería exterior formada por columnas que soportan arquitrabes. Era el lugar donde se reunían los canteros que trabajaban en la construcción de un edificio.
Hoy sigue siendo el punto de encuentro de los masones, un lugar de trabajo donde, a través del debate argumentado y la reflexión, se plantea como objetivo acercarse a los preceptos del Art. 1 de las Constituciones de Anderson, «la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad […] la mejora material, ética y el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad». Entendiendo que cada masón en una pieza de la construcción, diferente a las demás, pero que como todas, debe pulirse para encajar y conseguir la solidez del edificio. Un objetivo que como todo ideal es inalcanzable, pero en el que se avanza paso a paso.
Se considera «justa y perfecta» es decir, con todos sus derechos y obligaciones masónicos, cuando está compuesta al menos por siete maestros masones.
El taller es el núcleo, la familia donde uno se cae, se levanta, acierta y se equivoca, el lugar donde se aprende y se adquieren destrezas para ponerlas en práctica, no solo dentro, sino sobre todo fuera de la Logia. En este sentido la Logia madre tiene una relevancia especial para los masones: es aquella donde se han iniciado, el primer contacto con la masonería, vivida en primera persona.