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Claude Joseph Rouget de L'Isle

Libertad, Marsellesa y Punk Rock

Claude Joseph Rouget de L'Isle

Cuando hablamos de contubernios masónicos, en realidad estamos hablando de algo tan humano como las relaciones entre personas y las pasiones que las hermana. Por ejemplo, un buen día dos amigos del barrio neoyorkino de Queens, Jeffrey Hyman y John Cummings deciden comenzar un proyecto musical. Es tal la pasión y hermandad que fichan a un par más y deciden hermanarse adoptando un apellido común: Ramones. Algo parecido pasó -mucho antes- en Francia cuando Dietrich y Rouget de l’Isle, que también se consideran hermanos pero por pertenecer a la masonería y surge una canción cuyo impacto sería enorme.

De los Ramones ya sabemos mucho, pero de los otros, bastante menos.

En 1792, el año del terror en Francia, lo que no faltaban eran batallas. A principios de año, Felipe Federico de Dietrich, a la sazón alcalde de Estrasburgo le pide a su “hermano masón” Claude-Joseph Rouget de l’Isle, militar de 32 años, que componga una canción motivacional para la Armada del Rin. Es así como en la noche del 25 al 26 de abril compone el llamado “Chant de guerre pour l’Armée du Rhin” (Canto de Guerra para la Armada del Rin) y al otro día lo interpreta al calor del clavecín de madamme Dietrich ante una pequeña y exclusiva audiencia.

Es tal el éxito de esta canción que el 30 de julio del mismo año, un montón de soldados marselleses entran en París entonándola a pleno pulmón. Los parisinos, con esa simpleza etnocentrista que suele caracterizar un gran capital rebautizan el himno como “La Marsellesa”. Un par de años más tarde, cuando lo que hoy conocemos como 14 de julio se llamaba 26 de mesidor, se declaró la Marsellesa como himno nacional.

Claude-Joseph era masón y militar. Llegó a ser capitán. Le tocó vivir en un tiempo muy convulso, donde el concepto de libertad, igualdad y fraternidad se tiñó con demasiada sangre. No sabemos si fueron tiempos de buenos contra malos, pero sí de atrocidades y cambios sustanciales que han cambiado la manera que hoy entendemos la expresión “derechos del ciudadano”. La marsellesa empezó como canción para animar tropas para matar mejor, y terminó siendo un símbolo de libertad a defender y derribar. No es casualidad que durante la fase de ambos imperios, así como durante la ocupación nazi haya sido prohibida.

Claude-Joseph no era bien visto por Napoleón. Quizás el hecho que le enviara una carta criticándolo no ayudara. En cualquier caso y por ser quien era, pese a ser apresado y condenado a muerte en esa época, pudo vivir hasta 1836, lamentablemente no lo suficiente como para ver su creación nombrada himno oficial de Francia el 14 de febrero de 1879.

Tras su fallecimiento, un escultor llamado Bartholdi talla en piedra bruta una estatua de Claude-Joseph en Lons-le-Saunier (su ciudad natal). Este escultor, que también era masón, es más conocido por haber tallado una estatua muy grande que Francia regaló a Estados Unidos y que puede visitarse en Nueva York. Se llama “La libertad Iluminando al Mundo”, aunque también es conocida como la estatua de la Libertad.

Para cerrar el círculo, y para que veamos que esto va de humanos que se hermanan, pasiones, ideas de progreso y mucho prueba y error, otro masón, un comunero francés exiliado en Nueva York, todavía no sabemos si iluminado o cegado por la luz de la mencionada estatua, escribe inspirado en la Marsellesa un poema llamado “La Internacional”. Esta sería la semilla, que siglos más tarde, en esa misma ciudad, haría florecer la canción Havana Affair de los Ramones.

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