José María Torrijos y Uriarte
Visitando el Museo del Prado llama la atención un cuadro, obra de Antonio Gisbert Pérez en 1888, titulado “Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga”. El autor, director del Museo de 1868 a 1873, realizó su obra por encargo del gabinete liberal de Práxedes Mateo Sagasta como símbolo de la lucha por la libertad en España. Representa el momento del fusilamiento de Torrijos y sus compañeros ordenado por Fernando VII tras ser traicionados con engaños y sin juicio previo. El cuadro impacta inmediatamente, por sus figuras de tamaño superior al real y colosales dimensiones (3,90x6,01 m), y muestra en primer plano los cadáveres de los primeros fusilados, detrás Torrijos con otros compañeros y al fondo el pelotón de fusilamiento. Realizado con estilo naturalista fue una llamada hacía el alejamiento del absolutismo.
José María Torrijos y Uriarte (Madrid, 20 de marzo de 1791, Málaga, 11 de diciembre de 1831), hijo de un ayuda de cámara de Carlos IV a los diez años es nombrado paje del rey y comenzó su carrera militar a los trece años. A los diecisiete era capitán y acudió en auxilio de Daoiz y Velarde el 2 de mayo. Participó en la defensa de Valencia, Murcia y posteriormente Cataluña siempre en nombre de los principios de libertad e independencia. A los diecinueve es teniente coronel y terminó la guerra con el grado de general de brigada con veintitrés años.
Ingresó en la Masonería, adaptando el nombre simbólico de Aristogitón.
A la vuelta de Fernando VII fue nombrado gobernador militar de Murcia, Cartagena y Alicante, recibiendo en 1816 la gran cruz de guerra de San Fernando por sus méritos militares. Pronto se implicó en los intentos liberales que pretendían poner fin al poder absoluto del rey y reinstaurar la Constitución de Cádiz. Fue descubierto y encarcelado en la cárcel de la Inquisición de Murcia. Con el triunfo del pronunciamiento de Riego salió de la cárcel. Participó, como tantos masones, en las sociedades patrióticas integrándose en la “Fontana de Oro” y creando la “Comunería”.
Cuando se producen los alzamientos realistas, Torrijos los combatió siendo ayudante de Espoz y Mina. Al producirse la invasión de los 100000 hijos de San Luis fue, en Cartagena, el último militar que se rindió y se realizó con todos los honores, embarcando hacia Marsella en condición de refugiado. Permaneció solo cinco meses en Francia y se trasladó a Inglaterra siendo ayudado por el duque de Wellington, por aquel entonces primer ministro británico, que había sido su jefe en la resistencia contra los franceses.
En Londres, los exiliados liberales españoles más radicales crean una Junta para un alzamiento contra el absolutismo de Fernando VII que fue presidida por Torrijos. La idea era entrar en España y dar la señal para el levantamiento.
Torrijos y sus seguidores llegaron a Gibraltar en septiembre de 1830 y desde allí impulsaron varios conatos insurreccionales que fueron reprimidos brutalmente por el gobierno de Fernando VII, la víctima más conocida fue Mariana Pineda ejecutada en Granada.
Trazaron entonces un plan para poder eliminarlos. El gobernador de Málaga, Vicente González, inicio una correspondencia, bajo el seudónimo de Viriato, haciéndose pasar por un liberal que le aseguraba que podía desembarcar en Málaga donde los liberales le apoyarían y tenían garantizadas todas las guarniciones militares.
El 30 de noviembre partieron de Gibraltar en dos embarcaciones con Torrijos al frente de sesenta hombres, suficientes para el proyecto ya que el desembarco no era militar sino que solo planeaban pisar tierra española y “pronunciarse” para promover la rebelión. Llevaban unos impresos con un “Manifiesto a la Nación” y varios folletos. Banderas tricolores (roja y amarilla, con dos franjas azul celeste). Sus lemas: Patria, Libertad e Independencia y el grito para el alzamiento: “Viva la Libertad”. Llegados a la costa, el 2 de diciembre, les atacó el barco Neptuno que abrió fuego contra ellos, no quedándoles más refugio que la propia playa de El Chacón. Internándose hacia la sierra de Mijas descendieron hacía Alharurín de la Torre, a veinte kilómetros de Málaga. Al amanecer del día 4 de diciembre de 1831, las tropas realistas los rodearon y dispararon sus armas en señal de que los habían localizado y rodeado, comenzando el ataque. Torrijos decidió rendirse y esperar que cambiaran en Málaga los acontecimientos.
El grupo fue encarcelado en el convento de los Carmelitas Descalzos desde donde, el 11 de diciembre, fueron conducidos a la playa de San Andrés donde, sin juicio previo, fueron fusilados en dos grupos. En el primero, no en el segundo como figura en el cuadro, se encontraba Torrijos, a quien no se le permitieron mandar el pelotón de fusilamiento, como había pedido.
Nada más conocer su muerte, el poeta liberal José de Espronceda escribió un célebre soneto en su honor.
Le fue concedido el título de conde de Torrijos, de forma póstuma, por la reina gobernadora María Cristina, viuda de Fernando VII.
Torrijos fue un idealista que combatió constantemente por la Libertad y en contra del absolutismo. No hay duda que su tesón, y el de sus compañeros, fueron vitales para su ocaso y abrió el camino al cambio liberal en España.