El masón y la sociedad
El masón trabaja para perfeccionarse individualmente, y así mejorar el mundo que le rodea. Es consciente que, únicamente este camino, más largo y difícil, le permitirá alcanzar su objetivo. Ese trabajo personal, íntimo y privado, se enfrenta en todo momento a un espejo en el que mirarse: la presencia constante de otros masones, sus hermanos, que impedirán que se deje llevar por la pereza, la autocomplacencia y la desesperanza. De este modo, el francmasón se convierte en una mejor persona, dispuesta a esforzarse por el bien de los que le rodean.
Es habitual hacer listas de masones que trabajaron incansables por alcanzar sociedades más justas, libres y solidarias a través de la política, la legislación o la filosofía, pero, son estos una pequeña minoría. La verdadera nómina de masones que, a lo largo de la historia, han hecho de la Tierra un mejor lugar para vivir, se compone de masones anónimos, comprometidos con pequeñas escuelas, periódicos locales o dispensarios municipales. Hombres y mujeres dispuestos a obtener pequeños triunfos, frágiles avances, que sólo permanecen en la memoria de los que disfrutaron de su amistad y colaboración.