El alimento del Masón
Como humano que es, de los alimentos a su alcance. De carne, legumbres, vinos, pescado o cereales. Y más cosas, claro. Sólo de pan y agua si es necesario. Como iniciado, de la calmada digestión de lo ingerido. El masón ha de ser concienzudo. Asimilar cada mordisco y trago de la vida requiere hacerse al detalle y con cuidado. Como individuo de la sociedad vive, sufre y disfruta de cada momento de las relaciones de las que forma parte. Es uno más. Como masón, debe ser paciente, observador y justo. Ninguna acción ha de ser ligera o apresurada. Sabe que frente a sí siempre tiene a un igual, iniciado o no.
El masón vive de su trabajo. De su tallado. Vive de las muescas y fragmentos que aprende no pertenecen a su escondida forma.
La Masonería vive, piedra a piedra, de soñar con la Fraternidad Universal.