La igualdad entre masones
En el camino que lleva a la Luz, a la virtud, no hay diferencias, hombres y mujeres, todos ellos por su condición de libres y de justos, aspirarán a alcanzarla, a descubrir esa piedra oculta, superando obstáculos, esquivando vicios irracionales. En ese camino de luz y sombras somos todos iguales, los honores adquiridos en el mundo profano, los lugares de donde provengamos, nuestro sexo, raza, nuestras convicciones políticas, nuestra religión; todo queda fuera del Templo.
Despojados de ese juego teatral, nos mostramos a nuestras hermanas y hermanos tal y como somos; despojados de nuestros metales, nos situamos en plena igualdad ante la Luz; y todos, dándonos la mano en fraternidad, nos dedicamos a pulir la piedra bruta, cada uno a su manera, pero nadie por encima de otro. No nos postramos ante nadie y a nadie rendimos pleitesía; ninguno de nosotros prevalece sobre los demás y no nos sometemos a ninguna superstición, porque somos libres pero también porque somos iguales.